Después de dejar atrás India con todas las incomodidades vividas, entramos en Pakistán con la ilusión puesta en disfrutar de tres o cuatro semanas de tranquilidad recorriendo la llamada Karakorum Higway que atraviesa el norte del país hasta la frontera con China.
No tardamos, sin embargo, en comprender que esta tranquilidad no iba a ser posible y tras pasar dos días en Islamabad aprovisionándonos y resolviendo algún trámite oficial obligatorio emprendimos la ruta hacia el norte.
Los primeros kilómetros transcurrieron sin problemas toda vez que rodamos por una autopista en buen estado, que, sin embargo pronto se convirtió en una carretera regular y en seguida en un auténtico desastre con todo levantado como si estuviera en obras, pero en cuyos tajos nadie trabajaba, un tráfico muy intenso sobre todo de camiones, cortes de carretera durante horas supuestamente a causa de los trabajos que se estaban realizando en ella, pero en los que prácticamente nunca vimos actividad y sobre todo, la parte probablemente más incómoda: la obligatoriedad de la compañía de los Levis, la policía turística, teóricamente para nuestra seguridad, lo que era difícil de entender, pues no es posible imaginar que protección pueden ofrecer dos personas en una moto de 125cc con sendos Kalashnikov cruzados a la espalda circulando 20 o 30 metros delante del camión, a lo que hay que sumar que tuvimos que pasar las noches con el camión aparcado en el patio de uno de sus cuarteles.
Es necesario aclarar que el comportamiento fue siempre educado y correcto, pero la presencia constante de la escolta resultó muy pesada.
Las molestias se acabaron cuando en uno de los relevos, pretendieron que el escolta viajara con nosotros en el camión, a lo que nos negamos rotundamente alegando que el vehículo solamente tiene legalizadas dos plazas y en caso de accidente con más ocupantes el seguro se negaría a cubrir los daños. Una vez expresado este argumento, un policía con una graduación un poco más alta, nos grabó un video con su móvil en el que expresamente renunciábamos a la protección y, de esa forma, nos dejaron ir solos por fin.
Fuimos recorriendo los terribles kilómetros de la pomposamente nombrada Karakorum Highway (el nombre te lleva a pensar en algo razonablemente bueno) hasta llegar a Skardú, un pueblo situado al pie de los “ochomiles” a los que no se podía llegar al estar aún en ese momento las carreteras cortadas por la nieve.
No obstante, pasamos varios días acampados en un bonito desierto de arena con la sorprendente característica de tener nieve muy cercana.
Ciertamente, durante todo el recorrido, tuvimos a la vista magníficos paisajes de montaña con cumbres de más de 7000 m (más de 8000 en algún caso) y con acampadas muy agradables en las que no tuvimos el más mínimo problema.
Ya en el camino de retorno, hicimos un alto para hacer una excursión que en un desvencijado Jeep, durante una hora y media ( y otro tanto para la vuelta) nos llevó al inicio de la senda que, tras tres horas de empinada subida, lleva a Fairy Meadows, un bonito lugar estropeado por las construcciones de hoteles y restaurantes construidos sin ningún cuidado desde el que se tiene una fantástica perspectiva del Nanga Parbat, la más alta cumbre de Pakistán con 8126 metros de altura y el glaciar que desciendo desde las alturas hasta las proximidades de Fairy Meadows.
En las veladas de las acampadas estuvo siempre presente la difícil decisión que era necesario tomar sobre el camino a seguir desde allí para llegar a los países de Asia Central que eran nuestro siguiente objetivo. Había en esencia dos posibilidades: cruzar unos 600 km de China hacia Kirguistán con todos los inconvenientes que China pone al tránsito por su territorio (cambio de placas de matrícula, obtención de un permiso de conducir en chino y la compañía obligatoria de un guía oficial) o “arriesgarse” a cruzar Afganistán hasta Tajikistán, teniendo que convivir con los talibanes.
Finalmente, los inconvenientes del paso por China unido al costo de sufragar el guía y todo lo que es necesario aportar para obtener los documentos que por la vía legal sería imposible y después de conocer que mucha gente estaba haciendo la travesía por Afganistán sin problemas, nos decidimos por esta vía y, de esta manera, nos vimos en el consulado de éste país en Pesawar con Magy ataviada con un precioso burka…
Será la historia para nuestro siguiente post.
Recorriendo la Karakorum Highway Skardu, un pueblo entre ochomiles Subimos a Fairy Meadows al pie del Nanga Parbat