En lengua vernácula, Guelb significa literalmente corazón y se denomina con ese término a una pequeña colina situada en medio de  una superficie plana del desierto del Sahara, muy particularmente en Mauritania.

El Guelb Er Richat es un fenómeno único en nuestro planeta. Durante años se pensó que la formación se debía al impacto de un meteorito, pero recientemente  se ha expuesto una nueva explicación que propone como origen la erosión un tanto caprichosa de un domo situado en la llanura desértica que lo rodea. Presenta un diámetro de casi 50 Km y lo conforman cinco barreras concéntricas que hay que ir salvando para llegar a su centro.

Imprescindible un vehículo 4×4 bien equipado y hacerse acompañar por algún nativo que conozca la zona. Se accede desde la ciudad mauritana de Atar, desde la que se toma dirección a Ouadane o Chinguetti a las que se llega por pistas en regular estado. Si se opta por el acceso a través de Chinguetti, desde esta localidad hasta Ouadane será necesario recorrer algo más de 100 Km sobre la arena, lo que si bien constituye un recorrido fascinante, presenta dificultades tanto de orientación como de tránsito. Desde Ouadane el camino es común a ambas opciones y  se hace rodando sobre las dunas del desierto.

En la entrada sur se pueden encontrar algunos pequeños tenderetes de venta de recuerdos entre los que se muestran fósiles de los cuales hay una gran cantidad por la zona. También y según la época se encontrarán algunos nómadas acampados en la superficie central del guelb que siempre reciben a los visitantes con la proverbial hospitalidad del desierto.

Si bien, al acceder por tierra no se puede apreciar el fenómeno en su magnitud verdadera, una vez que se alcanza después de haber visto las imágenes aéreas, es posible identificar el terreno reconociendo que zona se está recorriendo en cada momento.

Acampar en su interior permite disfrutar de una calma ya desconocida para los que vivimos en áreas “civilizadas”, de unos cielos nocturnos de una belleza difícil de describir y, con un poco de suerte, de la hospitalidad de los nómadas que en ocasiones están por allí acampados.

Si no se dispone del vehículo adecuado o de la necesaria experiencia para hacer el recorrido con el propio, es posible  contratar un  vehículo 4×4 con su conductor-guía  en Ouadane, ciudad ésta que merece también una visita, toda vez que está siendo reconstruida para mostrar su antiguo esplendor como etapa de paso de las antiguas caravanas que comerciaban con la sal y otros productos que se movían antaño por el Sahara.

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