Cuando terminamos la vista de Samarcanda decidimos que haríamos el viaje hasta Bukhara siguiendo la llamada Ruta del Sur, recorriendo una carreta que discurre aproximadamente por donde lo hacía la Ruta de la Seda y algo preocupados por el estado que seguramente presentaría la vía. Efectivamente los temores no eran infundados y el recorrido, aunque en algunos tramos fue aceptable, la mayoría del trayecto rodamos sobre una carretera destrozada, no obstante, los tiempos que habíamos previsto se cumplieron sin problemas ya que eran suficientemente holgados. Hicimos varias noches en el camino, dos en Shahrisabz para conocer la ciudad natal de Tamerlán, las ruinas de su palacio y varios edificios notables: medersas y mezquitas. Otra acampada en Qarshi, una ciudad algo menos interesante pero que constituía un final de etapa bien situado en el que podíamos hacer algunas visitas y finalmente dos noches en un tranquilo lugar entre plantaciones de algodón a fin de descansar de la fatiga provocada por el estado del camino. Estamos seguros de que la antigua Ruta de la Seda presentaba un camino más confortable que las actuales carreteras de Uzbekistán. De esta forma, al final del sexto día entrábamos en la fantástica Bukhara tras haber conocido un poco del paisaje que el antiguo comino entre Oriente y Occidente recorría. Pero Bukhara merece un capítulo aparte en nuestra historia…