Y llegamos al tercero de los grandes enclaves de la Ruta de la Seda en Uzbekistán: Khiva, la perla de Uzbekistán.
En nuestra opinión la más bonita, aunque en los circuitos turísticos habitualmente no ocupe el primer lugar.
Hemos de comentar, sin embargo, una nota negativa por el hecho de que las autoridades la hayan convertido en una especie de parque temático llenando todas las calles y rincones de los antiestéticos consabidos tenderetes en los que , sin importar en que parte del mundo te encuentres, siempre se ofrecen las mismas cosas y en los que, como hemos podido constatar, casi nadie se detiene, pero que consiguen estropear de forma importante las impresionantes vistas de los monumentos de la ciudadela, dándose el caso de encontrar en uno de los más bonitos rincones bajo una de las más sobresalientes construcciones de Khiva, el minarete Islam Khodja, el suelo de la plaza totalmente invadido de alfombras impidiendo la posibilidad de conseguir un ángulo correcto de visión del monumento.
Pero, en fin, no es más que nuestra opinión sobre una circunstancia que no dejaremos que empañe la visita de esta joya.
Es indudable que la visita de las muchas medersas, mezquitas, palacios, minaretes y harenes, constituye una de las imprescindibles actividades en el conocimiento de la ciudad, pero, deambular por el laberinto de sus calles y recorrer el camino de ronda de sus imponentes murallas, preferentemente muy temprano cuando tenderetes y hordas de turistas no están aun abarrotando el lugar, para nosotros fue el momento cumbre de la visita.
Entre las visitas destacaremos la preciosa mezquita Juma o “Mezquita de viernes”, con un bosque de columnas de madera todas diferentes entre sí y cada una con una talla a cuál más elaborada, datando las más antiguas del siglo X, aunque lo que hoy podemos ver se terminó a finales del siglo XVIII.
También el Mausoleo Pahlavan Mahmoud es una magnífica obra cuyo interior, recubierto hasta el último milímetro por piezas de mayólica bellamente decoradas, alberga el sepulcro del peculiar personaje, un adorado habitante de la ciudad que fue soldado victorioso, poeta y el peletero del barrio y que llegó a convertirse en santo patrono de la ciudadela siendo, aun hoy, un lugar de peregrinación para los creyentes islámicos.
Tres minaretes destacan en el perfil de Khiva: dos de ellos mus esbeltos y realmente admirables, son el minarete Islam-Khodja y el de la mezquita Juma y el tercero, conocido como minarete corto o gordo, es una torre inconclusa que estaba destinada a ser la más alta del mundo islámico, pero cuya obra se abandonó seguramente al fallecer el emir que encargó su construcción, pues su sucesor lo último que desearía era perpetuar obras importantes de su predecesor. Sin embargo, la leyenda habla de la traición del arquitecto que la diseñó y dirigía los trabajos que se habría vendido al emir de Bukhara para hacer allí otra torre más alta que la de Khiva. La leyenda cuenta que esta traición le costaría la vida al ser arrojado desde la cima del minarete como castigo. Paradójicamente esta obra inacabada se ha convertido en el símbolo de la ciudad.
En otra de las visitas imprescindibles visitamos el harén del palacio Tach Khaouli, consistente en un patio rectangular decorado con el estilo habitual de recubrimiento de piezas de cerámica en tonos azules y verdes y ocupado en su lado izquierdo por cinco porches comunicados con sendos apartamentos, el primero de los cuales era la habitación del emir y las cuatro restantes las habitaciones de sus cuatro esposas. Este personaje tenía derecho a poseer hasta cuarenta concubinas que residían en las habitaciones bellamente decoradas al fresco del costado derecho.
No podemos olvidar la visita del palacio Koukhna Ark, en este caso porque, además de diversas dependencias espléndidamente decoradas como la mezquita de verano y el salón del trono, ofrece unas fantásticas vistas de la ciudadela desde lo alto del bastión Akchikh-Bobo, especialmente si la visita coincide con el ocaso que envuelve todo el conjunto con una magnífica luz dorada.
Dejamos Khiva con un poco de nostalgia al haber disfrutado de una visita muy agradable, para enfrentarnos de nuevo a las carreteras de Uzbekistán. Terrible…