Después de los días de relax, comenzamos cantando: “La Conlarena”

Todos los que nos seguís habitualmente conocéis nuestra afición al desierto, a rodar con Ximielga sobre las dunas y ahora, ya con el cuerpo y la mente preparados, dejamos el acogedor Bosque de Cedros para reunirnos con el resto de la expedición y tener nuestro primer contacto con el desierto. Un pequeño aperitivo para lo que nos espera en Mauritania, pero por algo hay que empezar.

De esta forma, aclaro el título de este post, salimos de nuestra acampada relax, cantando una adaptación de un popular tema que todo el mundo (literalmente) reconocerá:

Dale a tu cuerpo alegría con l’arena.

¡Hey!, con l’arena.

Que tu cuerpo es para darle alegría y cosa buena (atascos aparte)

Y con esas ganas llegamos al punto de reunión acordado para encontrarnos que allí se habían juntado nueve camiones acampados en las proximidades de la llamada Cárcel del Portugués. Aunque seguramente el nombre no responde a su historia auténtica sobre la que hay versiones muy dispares. Probablemente todas tengan su parte de realidad, pues parece que allí hubo una fortaleza Almorávide que posteriormente pudo ser aprovechada debido a su morfología como lugar de confinamiento de esclavos, pero la realidad es que se trata de una curiosa formación rocosa en la que pasamos unas muy agradables jornadas.

Desde allí, directos a acampar en la parte trasera del gran Erg-Chebbi en Merzouga (Erg es el topónimo para las zonas de dunas)

Aunque lamentablemente se está convirtiendo en una especie de parque temático, la zona es estéticamente preciosa si consigues abstraerte de las desafortunadas construcciones que constituyen “hoteles” en los que hacer creer a los turistas que han estado en el desierto, .

Unos cuantos paseos sobre las dunas, con penosa subida a la más alta, no en vano iba Magy en la caminata, nos proporcionaron bonitas imagines con las distintas luces del día.

Desde allí emprendimos el fascinante camino hacia Zagora pero rodando por el desierto. Hay carretera, pero sobre gustos no hay nada escrito y la cabra tira al monte. Más de 200 kilómetros offroad sobre buenas pistas, arena, pésimas pistas, pedregales y casi de todo lo que se pueda imaginar, pero con paisajes inolvidables de tal manera que no sabes a donde dirigir el objetivo de la cámara.

Como un triunfo personal, quiero apuntar que muchos años después, conseguí encontrar una particular montaña a la que en su día bauticé como La Tajine debido a su exacto parecido a la cazuela de barro en la que los marroquíes cocinan ese rico plato de su gastronomía. El camino grabado con mi GPS era exacto y nos volvió a conducir hasta las proximidades de esta roca en la que pasamos dos días geniales con noche de luna llena incluida.

El camino aun dio para varios días de agradables acampadas, kilómetros de arena bajo las ruedas y paisajes típicos del desierto en forma de caravanas de dromedarios, pequeñas aldeas perdidas en la nada y la belleza de los colores y las formas donde quiera que mirases. ¡Fantásticas jornadas!

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