Historia de una catástrofe: el Mar de Aral

En Khiva visitamos una agencia de viajes y nos ofrecieron la posibilidad de hacer un tour a un precio asequible desde Nukus hasta Muynak, el antiguo puerto pesquero del Mar de Aral y hoy a kilómetros de la orilla de lo que queda del que fue el cuarto mar interior por tamaño del mundo.

Dado que Nukus se encontraba en nuestra vía hacia la frontera rusa, nos desplazamos hasta allí con Ximielga, en donde nos recogió el conductor para hacer la excursión de algo más de dos horas por carreteras destrozadas.

Una vez en Muynak, nuestro objetivo era el cementerio de barcos, en donde reposan sobre la arena de lo que fue el fondo del Mar de Aral unos cuantos restos de los navíos de pesca que alimentaban una muy próspera industria conservera.

El declive comienza en 1029 a causa de una tremenda hambruna en la región rusa del Volga.

Lenin llamó a su flota en el Mar de Aral para socorrer a los damnificados y en algunos días 21.000 toneladas de pescado fueron extraídas salvando a millares de rusos.

Pero eso solamente fue el principio del fin. Fieles a su política de trasladar sus necesidades más contaminantes, peligrosas o nocivas para el equilibrio de una región a los territorios usurpados, decidieron convertir Uzbekistán, en aquel momento bajo dominio ruso, en un inmenso cultivo de algodón que según parece, precisa  grandes cantidades de agua para crecer. Para obtener este elemento, desviaron los cursos de los ríos Amou Daria y Syr Daria hasta ese momento tributarios del Mar de Aral y única vía de compensación de los 60 kilómetros cúbicos de evaporación anual; como consecuencia, el nivel del agua comenzó a descender a un impresionante ritmo de un metro al año.

Algunas cifras nos pueden dar una idea de la catástrofe (solamente hemos encontrado datos entre 1960 y 1992; hoy la catástrofe es enormemente mayor):

Descenso del nivel del mar: de 53,4 m a 36,9 m

Superficie: de 67.388 km2 a 33.300 km2

Volumen: de 1092,4 Km3 a 290 Km3

Se perdieron 15.000 hectáreas de pasto, 40 especies de mamíferos y 151 de aves además de la totalidad de las 24 especies de peces que lo poblaban.

La salinidad se ha triplicado.

Se han perdido 10.000 puestos de trabajo.

Los herbicidas y pesticidas utilizados en los cultivos y que terminan en lo que hoy es la sombra de aquel mar están propiciando malformaciones en los fetos, 2000 muertes anuales por tuberculosis en la zona y la mayor tasa mundial de anemia.

Está claro que no solamente hay que hablar de Chernóbil, de la propia Ucrania y otros muchos casos parecidos: tanto la antigua Unión Soviética, como la actual Rusia se muestran como un país que atenta constantemente contra el resto de la humanidad y por supuesto contra los mismos rusos…

Que los poderosos no son ninguna bendición para la humanidad está claro, aunque hasta en eso hay categorías.

Ciertamente es un escenario para espectaculares fotografías, pero a un costo insoportable.

Nos despedimos del lugar e incluso casi de Uzbekistán con una sensación de tristeza, pero ya pensando en la siguiente etapa: atravesar  los pocos kilómetros que restan de Uzbekistán por una carretera absolutamente destrozada, 640 km de desierto de Kazajistán  y 700 km de Rusia hasta Georgia, sin olvidar el paso de tres fronteras que no es baladí, no en vano hemos esperado a la publicación de este post a salir de Rusia debido a que hay noticias fiables de viajeros a los que les han tenido horas esperando que en la aduana les revisaran minuciosamente las redes sociales en sus teléfonos móviles en busca de referencias a Ucrania y otros temas de los que parecen no estar muy orgullosos y no queríamos renunciar a los comentarios poco proclives a las acciones que ese país ha realizado históricamente en los territorios vecinos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *