17.- Desde Uyuni a Potosí, Cochabamba y las misiones jesuitas de los alrededores de Santa Cruz: primer contacto con la selva.

Una vez terminada la vista del salar y sus alrededores,
emprendimos viaje hacia Potosí. Esta ciudad albergó en un tiempo las minas de
plata de más riqueza del mundo ( de ahí el dicho «vale un Potosí»).
Hoy, el centro minero se mantiene abierto por razones políticas exclusivamente,
pero el centro colonial de la ciudad es muy bonito y está bastante bien
conservado.
Fue en Potosí, donde encontramos un taller de reparación de
poliéster, propiedad de un muchacho que, por una módica cantidad de dinero y en
poco más de una mañana realizó un pulcro trabajo para restañar las últimas
heridas que la célula tenía como consecuencia del vuelco, dejando así
prácticamente terminado todo el trabajo de reparación.
Tras pasar un día en una especie de camping al borde de una
laguna de agua a 36 grados en la que nos pudimos bañar y que se llama El Ojo
del Inca, un desplazamiento corto nos llevá hasta Oruro. En esta ciudad paramos
lo justo para realizar algunas compras, ya que su aspecto y su suciedad no
invitaba a quedar más tiempo en ella. Fue allí donde nos despedimos de René y
Karen que debían regresar a Chile y emprendimos, ya solos Pilar y yo, el camino
hacia Cochabamba a donde llegamos en poco más de tres horas. Dejamos el
vehículo  en un parking de camiones que
era una laguna (todas las tardes llueve al ser la época de las lluvias) y al
día siguiente realizamos la visita de la ciudad. En un agradable paseo, pudimos
recorrer los principales puntos de interés del centro, visitando sus iglesias y
catedral.
Nuestro siguiente destino era Santa Cruz de la Sierra que
está situada ya en la zona tropical. La carretera fue un infierno. Estuvimos
parados más de dos horas a causa de una avalancha que cubrió cincuenta metros
de carretera. Carretera, por llamarle algo ya que a cortos tramos de mal
asfalto, seguían tramos totalmente descarnados, llenos de piedras, agujeros,
etc. Así casi trescientos kilómetros hasta llegar a un bonito pueblo de aspecto
totalmente tropical que se llama Villa Tunari en donde pernoctamos acompañados
por los sonidos de aves de la selva.
Al día siguiente recorrimos el trecho hasta Monteros en
donde decidimos acercarnos directamente a San Javier para comenzar el llamado
circuito de las Misiones Jesuíticas. Craso error: la carretera que figura en
los mapas debe cruzar un río en barcazas y éstas no funcionaban a causa de la
crecida del agua. Tuvimos que variar los planes y retornar hasta el cruce para
entrar en Santa Cruz en donde a través de un chico que se nos había acercado en
Cochabamba supimos de su amigo Sergio que es el jefe de la agencia Avis de
Santa Cruz, ambos aficionados al 4×4 y que parecía que nos podía ofrecer un
sitio seguro para dejar nuestro camión y pasar las noches que proyectábamos en
la ciudad. Tras encontrar la agencia, la persona que estaba allí en ese momento
(era sábado) contactó por teléfono con Sergio y todo quedó resuelto en minutos:
teníamos a nuestra disposición una pradera con sombra y agua y guarda
permanente a diez minutos en taxi del centro de la ciudad. Desde estas líneas
queremos agradecer la acogida de Sergio y todos los demás que se volcaron para
que nuestra estancia (estadía en términos sudamericanos) fuera agradable.
Nada más instalarnos tuvimos cacería. Pilar encontró en su
reposapiés interior un ratón recién nacido y una investigación más a fondo me
lleva a abrir la tapa del sistema eléctrico y fusibles situada sobre los pies
del copiloto. Nada más empezar empiezan a caer hasta nueve ratones recién
nacidos, por lo que la madre debería de estar allí. Y así era. Al sacar la tapa
totalmente apareció una señora rata que allí había instalado su nido. Por
suerte no había mordido nada y el incidente acabó allí, salvo por lo difícil de
explicar que el animal hubiera llegado allí. Concluimos que durante la
reparación del poliéster con la cabina levantada se coló ya que el ambiente en
el que se hizo era cuando menos propicio.
Solventado el problema salimos a conocer Santa Cruz que, si
bien no tiene nada específico a reseñar es una agradable y limpia ciudad con su
zona centro muy bien conservada. Todas las calles tienen sus edificios bajos,
una o dos plantas y soportales, lo que le da un agradable aspecto.

De nuevo en marcha, rodamos por otro camino hasta San
Javier, sede de la misión de los jesuitas más antigua y la única que
llegaríamos a ver, ya que la lluvia había cortado las carreteras y pistas y no
era posible pasar. San Javier nos causó una muy buena impresión. Está muy
limpio y organizado y el edificio de la misión es realmente extraordinario,
tanto por su estética como por su perfecta conservación.

Vistas de Potosí

Imágenes del camino

                     Cochabamba
                                                            

                                Santa Cruz de la Sierra

                                               Vendedor ambulante de café en Santa Cruz

                   
 Vistas de la Misión Jesuítica de San Javier

Una calle de San Javier. Todo el pueblo conserva el mismo estilo.

 De nuevo la tormenta se aproxima.

Una multitud de mariposas está siempre presente.

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