Escalas en Vigo, Dakar y Conakry…

 

Después de un paseo por Vigo, saboreamos suculentos y abundantes platos de Galicia, intentando guardar de alguna manera en la memoria el exquisito sabor de la comida española, sabiendo que los platos de cada lugar tienen su exquisitez pero diferente sabor, a mí personalmente me ha gustado la comida española.

 

          Dejando atrás las islas Cíes.
Un paso durante la noche entre Tenerife y Gran Canaria y en algo más de dos días estábamos en Dakar. Para la visita de Dakar debemos
agradecer al encargado de la aduana del puerto que me autorizara a salir del
puerto sin visado, valorando las pocas horas que estaría en la ciudad. Fue una
suerte topar con una persona que valoró el razonamiento lógico más que las
normas y políticas impuestas.
Hicimos un recorrido por el
centro y disfrutamos de la amabilidad de la gente y sus coloridos trajes, del
bullicio de sus automotores ya sea por averías, por las prisas que llevan
intentando escabullirse entre vehículos y muchedumbres, o por las bocinas de los
taxis, cuyos conductores no pierden la esperanza de ganarse un dinero al verte
extranjero y quizá perdido; el singular sonido de voces en diversos idiomas
(inglés, francés, y los variados lenguajes que se hablan), dirigiéndose a
nosotros ya sea con la finalidad de vender algo o simplemente saludando. A mí
personalmente en muchas partes me confunden y me preguntan si soy china,
japonesa o filipina, yo me divierto aceptando cualquier saludo y, aconsejada ya
por Carlos que les conoce y les ha definido como “personas inasequibles al
desaliento” cuando de vender se trata, evitando mostrar interés por alguna
mercadería. El calor nos obligó a refugiarnos en una terraza y unas cervezas,
después de haber hecho el recorrido  a
pie desde el puerto al centro recorriendo luego un gran mercado con puestos de
venta hacinados, obligados a caminar en fila debido al reducido espacio para
circulación compartida entre peatones, carros, motos coches y hasta un
semiremolque, en donde se venden una mezcla impresionante de productos, Me
llamó la atención   el contraste de todo este mercado con
el espacio abierto de la mezquita en donde varios hombres se encontraban
rezando de rodillas con la frente en el piso, otros se disponían a levantarse
una vez concluida la oración mientras nosotros nos esforzábamos para pasar
entre los puestos de ventas y la mezquita.

                         

 Volviendo al barco para zarpar rumbo a Conakry

 

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