Después de un par de días de descanso aprovechado para limpiar y lavar y
solucionar pequeños problemas de mantenimiento emprendimos las que, con toda
seguridad, fueron las jornadas más duras de lo que llevamos recorrido. Más de
trescientos kilómetros que comenzaron atravesando los veintiséis túneles del
Cañón del Pato, por los que pasó el camión con márgenes de centímetros y que
continuaron por caminos en su mayor parte sin asfaltar y de anchura justa para
el camión, circunstancia que se hizo más patente en las esquinas con una pared
de piedra a un lado y un espectacular precipicio al otro y, muy especialmente
en las ocasiones en las que nos cruzábamos con algún otro vehículo, ¡incluido
un tráiler!
solucionar pequeños problemas de mantenimiento emprendimos las que, con toda
seguridad, fueron las jornadas más duras de lo que llevamos recorrido. Más de
trescientos kilómetros que comenzaron atravesando los veintiséis túneles del
Cañón del Pato, por los que pasó el camión con márgenes de centímetros y que
continuaron por caminos en su mayor parte sin asfaltar y de anchura justa para
el camión, circunstancia que se hizo más patente en las esquinas con una pared
de piedra a un lado y un espectacular precipicio al otro y, muy especialmente
en las ocasiones en las que nos cruzábamos con algún otro vehículo, ¡incluido
un tráiler!
Tres días a diez horas diarias de conducción fueron necesarios para llegar
a Cajamarca, cruzando una tras otra las cadenas de montañas atravesando
paisajes indescriptibles.
a Cajamarca, cruzando una tras otra las cadenas de montañas atravesando
paisajes indescriptibles.
Dos noches en lugares muy diferentes pero ambos con gran encanto: la primera en Pallasca, un bonito pueblo en
lo alto de un cerro con vistas maravillosas y la segunda en la orilla de la
laguna Sausacocha, en un paraje idílico.
lo alto de un cerro con vistas maravillosas y la segunda en la orilla de la
laguna Sausacocha, en un paraje idílico.
También la meteorología contribuyó a endurecer el recorrido con frecuentes
tormentas que ponían el camino aun más difícil.
tormentas que ponían el camino aun más difícil.
Al final del camino, Cajamarca nos brindó paseos por su agradable centro
colonial y la posibilidad de reponer los suministros que ya empezaban a
escasear.
colonial y la posibilidad de reponer los suministros que ya empezaban a
escasear.
Pallasca, el pueblo de la primera acampada:
Durante el camino pudimos ver muchas escenas de la vida cotidiana de la zona que atravesábamos
Necrópolis de «Ventanillas de Otuzco»