Con un poco de cansancio acumulado por el estresante recorrido de salida de la Sierra Tarahumara, llegamos, avanzada la tarde a Topolobampo, uno de los puertos de los que zarpan los ferris que cruzan a Baja California. Después de informarnos, decidimos esperar un día, pues al cansancio que traíamos se sumó que la compañía que hacía el viaje del día siguiente, además de ser más barata, permite pernoctar en los vehículos vivienda y al ser una travesía nocturna de diez horas, es algo de agradecer realmente.
Con esta decisión tomada, nos fuimos al paseo marítimo de Topolobampo a pernoctar. Estaba agradable y pasamos una noche tranquila, además de permitirnos un par de paseos por la zona.
Aunque el barco zarpaba a las 23 horas, a media mañana del día siguiente entramos en el puerto y compramos los pasajes. Pasamos el día en la zona de embarque y poco antes de la hora nos hicieron subir el camión al barco. Inmediatamente nos fuimos a dormir y no dimos cuenta de nosotros hasta las ocho de la mañana del día siguiente, momento en el que se servía el desayuno.
Tras un desembarco rápido y sin problemas nos fuimos a acampar a la playa de Pichilingue, el pueblo en el que está el puerto, aunque solamente pasamos allí una noche al estar demasiado concurrido y ruidoso. Nos trasladamos unos pocos kilómetros hasta la playa El Tecolote, en donde, con un paisaje mucho más bonito y algo más solitario, pasamos varios días.
Cuando decidimos arrancar, hicimos una rápida visita a La Paz, una ciudad típicamente turística, llena de hoteles dirigidos casi en exclusiva al turismo norteamericano que tiene la zona prácticamente colonizada y desde allí emprendimos el recorrido hacia el sur para contornear toda la punta de la península. Las etapas finalizaron siempre en alguna playa semidesértica y bonita, cuyo principal atractivo consistió en el avistamiento de ballenas (hay centenares), leones marinos, pelícanos, etc. El agua estaba bastante fría, por lo que el baño no resultaba agradable.
Hay muchos sitios donde acampar y vimos muchos overlanders casi siempre norteamericanos y canadienses, con la agradable sorpresa del encuentro con Ahinoa y Jon, una pareja de guipuzcoanos de cerca de Tolosa con los que tuvimos una larga charla.
El recorrido fue bonito y agradable, pero da un poco de lástima ver la explotación de terrenos que deberían ser Parque Nacional o zonas reservadas y que, por el contrario, son propiedades privadas en las que se están construyendo más y más mansiones en su mayoría de dudoso gusto, cuando no enormes complejos hoteleros que acotan incluso playas que en teoría son públicas.
Seguimos a la espera de que se abra la frontera con EE.UU. cerrada por la pandemia al menos hasta el 21 de Marzo.
ver video de la playa tecolote
Saludo y gracias por recorrer y dar a conocer nuestro territorio. Un abrazo!