Terminada la visita de la agradable Santa Fe, nos tomamos un par de días de descanso en el National Forest que está en sus proximidades antes de emprender el que prometía ser un largo y duro camino a causa del calor, atravesando lo que faltaba de Nuevo México y el inmenso estado de Texas hasta llegar a Nueva Orleans.
Las previsiones se quedaron cortas en cuanto a distancias, calor y aburrimiento al no encontrar nada de interés en el larguísimo camino.
Hicimos algún alto de dos noches para aprovechar el día intermedio en algún lugar con posibilidades de hacer compra y pasar por la lavandería como en el caso de Muleshoe recién entrados en Texas, en donde encontramos un área de acampada municipal con electricidad (a nosotros no nos sirvió por ser de 110 volts.), agua e instalación de vaciado de aguas residuales, todo ello gentileza del ayuntamiento, es decir, gratis. Ya podían aprender algunos de nuestros pueblos.
Desde allí nuevamente varias calurosas jornadas, una de descanso en la orilla del lago Palestina hasta que encontramos otro National Forest llamado Angelina ya cerca de la frontera con Lousiana, en donde estuvimos cuatro días acampados en un bonito bosque a la orilla de un lago con playa privada y en una casi total soledad pues en los cuatro días apenas si vimos cuatro personas.
Con las fuerzas renovadas retomamos el camino hasta llegar a la costa del Golfo de México cerca de Port Arthur en donde, de nuevo en un par de playas pasamos un día completo en cada una.
Y, ¡por fin llegamos a Nueva Orleans! Y lo hicimos en medio de una ola de calor que, al menos a mí, me llevó prácticamente al límite de lo que puedo soportar: 38 grados de día y nunca menos de 29 de noche con una humedad que nos hizo pasar todos estos días en un charco de sudor permanente.
Pero ese será el relato de nuestro siguiente post…