Nueva Orleans

Con los problemas normales de encontrar lugar para acampar en una ciudad, nos instalamos en un parking bastante caro pero a diez minutos del French Quarter, lo que nos facilitó la visita.

Ciertamente, el Barrio Francés es muy agradable y se conserva con una armoniosa presencia de construcciones criollas que, como no podía ser de otra forma, en una gran mayoría albergan restaurantes y tiendas para turistas. La música está muy presente por todo el barrio y nos agradó ver como las gentes de allí están orgullosas de su pasado. Tanto la parte española como la francesa se dejan ver y sentir por todos lados. De hecho la famosa calle central del Barrio Francés se llama Burbon Street y en una placa situada allí pudimos saber que cuando era la capital de la provincia española de Louisiana se llamó Calle de Borbón. No podemos afirmarlo contundentemente, pero parece haber una clara relación. Casi todas las calles presentan un rótulo similar en el que consta su nombre de cuando era España.

El paseo nos llevó hasta la “Plaza de Armas” en donde están los edificios más notables y, aunque construidos por un arquitecto francés, lo fueron en el periodo en el que la ciudad era española, si bien queda poco de las construcciones originales. La catedral de San Luis Rey de Francia y el Cabildo forman el frente de la plaza de cara al río Misisipi por el que además de un intenso tráfico comercial de gabarras aún circulan los icónicos barcos de vapor que hemos visto en el cine ahora cargados de turistas.

Aprovechamos también para regalarnos con una comida a base de “sea Food” de la que ya estábamos necesitados en un típico restaurante de la Burbon Street.

Probablemente la ciudad hubiera merecido una más larga estancia, pero el calor era tan insoportable, que decidimos iniciar el viaje hacia territorios más frescos.

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