Desde San Javier tomamos rumbo de retorno a Santa Cruz que
atravesamos sin mayores dificultades de orientación para tomar la carretera que
llaman antigua de Cochabamba. Sabíamos que iba a tener dificultades entre otras
razones por los 133 km sin asfaltar y nos lo tomamos con calma. Rodamos por un
paisaje tropical y orográficamente suave hasta que nos aproximamos a la
cordillera. Allí la carretera empeoró y se empinó de forma inverosímil para
pasar de los 300 m de altitud hasta los casi 4000 de Samaipata. Esta es una
localidad casi alpina situada en un entorno magnífico a la que llegamos con las
últimas luces del día. Encontramos en el mismo pueblo un terreno plano y
discreto en el que nos acomodamos para la noche. Al día siguiente la visita de
la localidad se vio frustrada por la intensa lluvia que cayó incluso durante
toda la noche, por lo que retomamos el camino. El tiempo fue mejorando y
cuando llegamos al final del asfalto, a primera hora de la tarde el sol lucía
aunque rodeado de amenazadoras tormentas. La pista no excesivamente mala aunque
con bastante barro nos lleva en un constante subir y bajar hasta los 4000 m.
Aprovechando una larga bajada que nos deja a 3.400 m encontramos un terreno a
la orilla de un río a la entrada de la localidad de Pujo en el que pasamos una
tormentosa noche.
atravesamos sin mayores dificultades de orientación para tomar la carretera que
llaman antigua de Cochabamba. Sabíamos que iba a tener dificultades entre otras
razones por los 133 km sin asfaltar y nos lo tomamos con calma. Rodamos por un
paisaje tropical y orográficamente suave hasta que nos aproximamos a la
cordillera. Allí la carretera empeoró y se empinó de forma inverosímil para
pasar de los 300 m de altitud hasta los casi 4000 de Samaipata. Esta es una
localidad casi alpina situada en un entorno magnífico a la que llegamos con las
últimas luces del día. Encontramos en el mismo pueblo un terreno plano y
discreto en el que nos acomodamos para la noche. Al día siguiente la visita de
la localidad se vio frustrada por la intensa lluvia que cayó incluso durante
toda la noche, por lo que retomamos el camino. El tiempo fue mejorando y
cuando llegamos al final del asfalto, a primera hora de la tarde el sol lucía
aunque rodeado de amenazadoras tormentas. La pista no excesivamente mala aunque
con bastante barro nos lleva en un constante subir y bajar hasta los 4000 m.
Aprovechando una larga bajada que nos deja a 3.400 m encontramos un terreno a
la orilla de un río a la entrada de la localidad de Pujo en el que pasamos una
tormentosa noche.
Amanece lloviendo de nuevo y retomamos el camino. Nos quedan
aún 80 km de pista y su estado es algo peor. A media mañana y ya sobre buen
asfalto encontramos un río en el que lavamos el camión y pasamos la hora de
comer. De allí en algo más de una hora estamos cruzando Cochabamba, travesía
que resultó terrible. Casi dos horas. A unos 50 Km de allí en un rincón de la
carretera hicimos alto para la noche y al día siguiente a primera hora de la
tarde estábamos entrando en La Paz. Esta ciudad es la definición más exacta del
caos y en medio de atascos indescriptibles formados por miles (miles,
ciertamente) de minibuses que dejaban y cogían pasajeros formando filas de su
anchura exacta, por lo que el camión les molestaba al ser más ancho, conseguimos
llegar al mirador que está en la parte alta de la ciudad. La vista del valle con
un desnivel próximo a los 1.000 m es algo insólito y nos paramos a verla y
hacer alguna foto. Allí encontramos un taxi libre que contratamos para que nos
guiara hasta el hotel Overland situado en las afueras hacia el llamado valle de
Luna y esta decisión fue un gran acierto. De ninguna manera hubiéramos llegado
nosotros por nuestra cuenta.
aún 80 km de pista y su estado es algo peor. A media mañana y ya sobre buen
asfalto encontramos un río en el que lavamos el camión y pasamos la hora de
comer. De allí en algo más de una hora estamos cruzando Cochabamba, travesía
que resultó terrible. Casi dos horas. A unos 50 Km de allí en un rincón de la
carretera hicimos alto para la noche y al día siguiente a primera hora de la
tarde estábamos entrando en La Paz. Esta ciudad es la definición más exacta del
caos y en medio de atascos indescriptibles formados por miles (miles,
ciertamente) de minibuses que dejaban y cogían pasajeros formando filas de su
anchura exacta, por lo que el camión les molestaba al ser más ancho, conseguimos
llegar al mirador que está en la parte alta de la ciudad. La vista del valle con
un desnivel próximo a los 1.000 m es algo insólito y nos paramos a verla y
hacer alguna foto. Allí encontramos un taxi libre que contratamos para que nos
guiara hasta el hotel Overland situado en las afueras hacia el llamado valle de
Luna y esta decisión fue un gran acierto. De ninguna manera hubiéramos llegado
nosotros por nuestra cuenta.
¿Qué decir de La Paz? La primera
impresión es muy difícil de describir en palabras. Cuando te asomas al mirador
de la parte alta y ves el valle con sus rocas sobresaliendo entre las casas que
se pegan a las faldas verticales del abismo en una extensión que la vista no
abarca, te parece algo irreal o imposible. Después entras en ella y es tan
viva, tan personal, tan original, que rápidamente te atrapa. Paseando por sus calles
con pendientes terribles te cruzas con las mujeres ataviadas con la faldas de
mil colores y sus sombreros hongo, recorres sus mercados que exhiben productos tan
fuera de lo común como los fetos de llama disecados que son una ofrenda a la
Pacha Mama (la madre tierra), los talleres de instrumentos musicales, etc. y
por difícil que sea de comprender, todo ello es un conjunto armonioso. Nada se
distingue por estridente, todo encaja en el día a día de ésta singular ciudad.
impresión es muy difícil de describir en palabras. Cuando te asomas al mirador
de la parte alta y ves el valle con sus rocas sobresaliendo entre las casas que
se pegan a las faldas verticales del abismo en una extensión que la vista no
abarca, te parece algo irreal o imposible. Después entras en ella y es tan
viva, tan personal, tan original, que rápidamente te atrapa. Paseando por sus calles
con pendientes terribles te cruzas con las mujeres ataviadas con la faldas de
mil colores y sus sombreros hongo, recorres sus mercados que exhiben productos tan
fuera de lo común como los fetos de llama disecados que son una ofrenda a la
Pacha Mama (la madre tierra), los talleres de instrumentos musicales, etc. y
por difícil que sea de comprender, todo ello es un conjunto armonioso. Nada se
distingue por estridente, todo encaja en el día a día de ésta singular ciudad.
Los recorridos que hicimos nos
dejaron exhaustos, no en vano subimos y bajamos y volvimos a subir y siempre en una cota media de 3.500 metros, pero al final cuando ya buscábamos el taxi que nos
devolvería a casa nos confesamos mutuamente que nos daba pena marchar.
dejaron exhaustos, no en vano subimos y bajamos y volvimos a subir y siempre en una cota media de 3.500 metros, pero al final cuando ya buscábamos el taxi que nos
devolvería a casa nos confesamos mutuamente que nos daba pena marchar.
Imágenes tomadas durante el recorrido por la carretera vieja de Santa Cruz a Cochabamba. Un ambiente muy auténtico.
Paramos en un pueblo y coincidimos con la salida del Registro de estos novios que acababan de casarse.
Hola pareja de dos :
Llevo unos días atareado , como si me habría jubilado vaya , y no he tenido tiempo de comentar tus reportajes y fotos . Todo muy interesante , veo que tienes dotes de reportero . Bonitas fotos de paisajes encantadores y pistas , de las que nos gustan .
Envidia de la mala , que me corroe , eso es lo que tengo .
Supongo que llegando a Perú , os vendréis a dar una vuelta ¿ no ? .
Mis dichosas ruedas de 20" del MAN , han vuelto a Madrid , las llantas quiero decir , pues tenían un salto importante , y vibraban , al frenar .
Me alegro de que todo se vaya poniendo en orden , y por aquí , al revés , políticamente , cada vez peor . Patxiiiiiiiiiiiiiiiii , vuelveeeeeeeee . ..
??????.