Salida del P.N. Posada dos Guimaraes hasta el P.N. Cerro Corá ya en Paraguay

Después de la cita con nuestros
nuevos amigos en Cuiabá pasamos unos días tranquilos por los parajes del parque
y sus alrededores aunque fueron  duros a
veces a causa del calor. En Cuiabá cuentan una anécdota que dice que una vez
estaba un diablo en el infierno poniéndose protector solar cuando otro diablo
le pregunta porqué. El primero responde: es que tengo que ir a Cuiabá
Hicimos una compra grande en el
propio Cuiabá y comenzamos nuestra ruta cara al sur. Varias jornadas de
carretera con los habituales problemas para encontrar una sombra para parar a
comer y pernoctando generalmente en las plazas de los pueblos con desigual
suerte en cuanto al silencio nos llevan a través de un bonito aunque monótono
paisaje hasta Rio Verde en donde nos habían informado de la posibilidad de
acampar en un bonito paraje al lado de un río con siete cascadas. El lugar se
llama Sete Quedas y resultó muy agradable. Nos bañamos en una de las
plataformas entre dos cascadas y sobre todo disfrutamos de la circunstancia de
la disminución del calor.
Allí encontramos a los primeros
viajeros en camping-car. Una simpática pareja brasileña que nos proporcionó
mucha información incluido un CD con una relación de todos los campings de
Brasil.
Otras dos jornadas nos llevan
hasta el pueblo llamado Bonito, del que todo el mundo (nuestra guía Lonely
Planet incluida) nos había dicho que hacía realmente honor a su nombre.
Pues bien, no vamos a decir que
no sea un sitio agradable, pero muy distante del concepto que nosotros tenemos
de los lugares a los que nos gusta ir. Se trata de un pueblo perfectamente
preparado para el turismo en el que todo, absolutamente todo es de pago.
Nosotros preferimos la naturaleza y los lugares en los que la intervención
humana se note lo menos posible.
De nuevo una jornada y media de
carretera y estamos en la frontera entre Brasil y Paraguay.
Increíble. Los dos pueblos uno
brasileño (Punta Porá) y otro paraguayo (Pedro Juan Caballero) son en la
práctica uno solo sin ningún tipo de barrera entre ambos y constituyendo una
especie de puerto franco de productos mayoritariamente chinos.
Dimos un paseo para obtener algo
de dinero paraguayo (otra locura: 1 €=5.500 Guaraníes) mientras veíamos en los
escaparates aparatos marca “Pony”, “Kanon” etcétera.
Después de comer tomamos la
carretera esperando encontrar el puesto fronterizo y tras rodar unos cuantos
kilómetros comprendimos que no existía por lo que volvimos al multipueblo y
preguntamos donde había que ir a sellar los pasaportes de salida de Brasil y
entrada a Paraguay. Como es habitual nadie sabía gran cosa y nos costó dos
horas terminar los trámites que nos obligaron a ir hasta el aeropuerto
(brasileño), volver al centro para la aduana de Paraguay y buscar la
cochambrosa oficina de inmigración de éste país para sellar los pasaportes.
Una vez terminado el papeleo de
nuevo en una buena carretera en una hora llegamos al P.N. Cerro Corá en el que
hay una agradable zona de acampada y es todo gratis. Después de mas de un mes
en Brasil ya no recordábamos el significado de esa palabra.
El parque es bonito con un
original paisaje y alberga el lugar histórico de la última batalla en la guerra
de la Triple Alianza en la que Paraguay se embarcó contra Argentina, Brasil y
Uruguay hace algo más de cien años y que, por supuesto, fue un desastre para el
país.
Nos quedamos algo más de tres
días en el parque acompañados durante el último por un matrimonio y su hija
franceses de La Martinica con un Iveco. Los primeros Overlanders de esta fase
del viaje.

Como es habitual intercambio de información y anécdotas en
charlas muy agradables.

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