Estado de Minas Gerais: Tiradentes y Ouro Preto

En torno a 1823 se encontraron cerca de Vila Rica (actualmente Ouro Preto)
unas piedras negras que resultaron contener gran riqueza de oro lo que desató
una fiebre con la consiguiente explotación de esclavos y la posterior rebelión
contra los abusivos impuestos por parte de la corona portuguesa.
En 1788 Joaquim José da Silva, conocido como Tiradentes por su profesión de
sacamuelas y un grupo de personas de Ouro Presto decidieron alzarse contra
Portugal. El grupo, conocido como Os Confidentes fracasó en su intento a causa
de una traición y la mayoría fue deportada a cambio de su vida. No así
Tiradentes que fue ahorcado y descuartizado en Río y hoy es un héroe nacional.
Muy temprano salimos de Río intentando evitar el tráfico más intenso y sin
grandes dificultades en un tiempo record rodábamos por una aceptable autovía
hacia el estado de Minas Gerais. Nuestro primer objetivo era la ciudad de
Tiradentes a donde llegamos prácticamente de noche instalándonos en un camping
muy agradable, propiedad de una atenta familia. La señora de la casa preparó en
algo más de una hora una extraordinaria cena dándonos un primer adelanto de las
excelencias de la reputada cocina “mineira.”
Por la mañana  visitamos la ciudad
que constituye un conjunto colonial en muy buen estado de conservación.
Nuevamente una excelente comida y en ruta con destino en Ouro Preto a donde
llegamos con la noche ya bien entrada instalándonos también en un camping
próximo a la ciudad.
Por la mañana un taxi nos acercó a la plaza Tiradentes, corazón de la
ciudad, incluida desde 1981 en la lista del Patrimonio de la Humanidad.
No es de extrañar. Es una auténtica joya colonial lo que comenzábamos a
visitar.
La visita es incómoda debido a las impresionantes pendientes de sus calles
que te ves obligado a subir y bajar una y otra vez durante el recorrido, pero
que, sin embargo,  se hace casi sin
sentir  gracias a que la belleza de todo
lo que te rodea en cada momento te mantiene absorto.
En mi caso, las expectativas eran altas debido a un artículo aparecido hace
ya muchos años en National Geographic que desde entonces  alienta la ilusión por visitarla. No me ha
defraudado en absoluto, más bien diría que la realidad ha superado las
expectativas.
En una jornada y media atravesando
inmensos cafetales estábamos de nuevo en la costa a la altura de Vitória.

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