Cruzamos Pakistán: menos azaroso de los que imaginábamos.

Según está ordenado, tuvimos que hacer una parte de la travesía escoltados por agentes del cuerpo de policía a los que llaman Levis y ya desde el paso de frontera, terminados los trámites, fuimos acompañados hasta el patio de un cuartel (absolutamente sucio y desastroso) para pasar la noche a la espera de la salida del convoy, posiblemente al día siguiente.

En principio se mostraron corteses y abiertos a organizar el recorrido atendiendo en alguna medida nuestras preferencias en cuanto a velocidad y negativa a viajar de noche, pero en la realidad, si bien la cortesía y amabilidad no faltaron en ningún momento, lo cierto es que se pasaron los cuatro días en que fuimos acompañados intentando “llevarnos al huerto” por todos los medios, en ocasiones infantiles.

Parece que la obligación de ser escoltados es observada muy estrictamente por razones de seguridad, ya que pasábamos las noches en patios de cuarteles de la propia policía y, si en alguna ocasión decidíamos salir a un restaurante, comprar tarjetas SIM o cualquier otra cosa, lo tuvimos que hacer en vehículos policiales y en compañía de agentes armados.

Llegados a la ciudad de Sukkur, más o menos mitad de camino a Lahore, llega el momento surrealista: entramos en una calleja para acceder al cuartel en el que pernoctaríamos y nos encontramos con una enorme cantidad de cables cruzando la calle a una altura insuficiente para el paso de los camiones. Tras algunos intentos infructuosos de levantarlos, estábamos decidiendo como proceder cuando, de forma misteriosa, los Levis que nos acompañaban desaparecieron y no volvieron a presentarse.

Aprovechamos la ocasión para librarnos de ellos y buscamos un lugar donde pernoctar en la esperanza de que la protección tan celosamente ofrecida fuera más teatro que realidad y no se presentaran problemas de seguridad. Así fue, y a la mañana siguiente tomábamos la ruta a Lahore solos y sin contratiempos.

En Lahore, muy bien acogidos en el patio de Hussain, el fixer que nos ayudó con visados y demás engorrosos trámites, pasamos tres días durante los cuales visitamos la caótica ciudad y fuimos entrenado para lo que nos había de llegar al entrar en India.

nUESTRA TRAVESÍA DE PAKISTÁN EN VIDEO

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