Por fin se acabó la espera para pasar la frontera. Ante una nueva prórroga del cierre de fronteras terrestres entre México y EEUU de al menos un mes más, decidimos hacer algo para recobrar la libertad de movimientos y diseñamos un plan “B” consistente en buscar por internet una cita médica en San Diego que podía ser una de las razones para que nuestro paso se considerara “viaje esencial”.
Obtenida la cita, el día previsto nos presentamos en la aduana de Tecate a las siete de la mañana para intentar pasar y este primer intento falló al tropezar con una aduanera con bastante mala disposición y con un fundamentalista que tenía por jefe. Fuimos devueltos a México decidiendo hacer otro intento por la aduana de Tijuana a unos cuarenta kilómetros de allí.
Tras soportar casi dos horas de cola y vernos obligados a pasar el camión por huecos previstos para coches llegamos a la garita de control. Nos piden los pasaportes y la razón por la que intentamos pasar una aduana cerrada para viajes turísticos. Comentamos que tenemos una cita médica de la que no piden ni el justificante y la simpática aduanera nos indica un camino para continuar advirtiéndonos que hay pasarelas y que si tenemos dudas de poder pasar por debajo no lo intentemos. Le explicamos que los primeros interesados en no hacerlo somos nosotros y arrancamos por un carril que deja a nuestra derecha un enorme recinto rodeado con altas verjas en el que un montón de coches están parados con toda la gente y los equipajes fuera, mientras una legión de agentes hacen revisiones que parecen muy rigurosas.
Nosotros esperando encontrarnos de un momento a otro en una situación similar pasamos bajo varios puentes con altura suficiente y un enorme letrero que dice “Welcome to U.S.A” para encontrarnos en una autopista con mucho tráfico que nos adelantaba a buena velocidad.
Los dos nos mirábamos sin atrevernos a hablar y sin comprender lo que ya era evidente:
¡Habíamos pasado la frontera y estábamos en estados Unidos! Y todo ello sin bajarnos del camión, sin abrir nuestra casa ni sufrir revisiones de ningún tipo.
Después de la larga espera, la sensación de libertad, de poder hacer los planes que queramos sin tener que esperar por una decisión totalmente política (los viajeros que llegan en avión tienen el coronavirus menos malo que los que llegamos por tierra ¿?), nos tenía tan sorprendidos que no lográbamos asimilarla.
En fin, adiós México, un placer haberte conocido. Ahora a disfrutar de EEUU.
Seguiremos informando…