Arrancamos hacia el Chaco paraguayo

Solucionados los últimos problemas arrancamos desde Asunción hacia el
Chaco.
Dos jornadas de un calor insoportable nos sitúan en las colonias menonitas
de Loma Plata y Filadelfia que, en un primer momento nos resultan un poco
decepcionantes,  al no encontrar, como
nos habían hecho creer, a los miembros de dicha congregación por las calles en
carretas y con la que fuera su forma tradicional y especial de vestir.
Tras informarnos con más detalle, la realidad parece que deja claro que se
han ido adaptando en mayor o menor medida al uso de las posibilidades
tecnológicas actuales, aunque en pequeñas comunidades aun sigue siendo posible
encontrar esa forma de vida.
Instalamos nuestro campamento en Filadelfia, en un bosquecillo con buena
sombra  (el calor seguía siendo terrible)
en el centro de la ciudad, que presenta una estructura muy particular, con
calles anchísimas y en muchos casos sin asfaltar, lo que proporciona un ambiente
saturado de polvo.
Al lado de nuestro campamento se encontraban los muy cuidados museos
gratuitos en los que se explica el origen y la razón de ser del las colonias,
todo explicado en español y alemán, lengua que se continúa hablando comúnmente.
Un resumen de su historia:
Filadelfia (Fernheim en alemán, algo así como el hogar lejano) se funda en
1.930 como resultado de la persecución a la que se  vieron sometidos por la única iglesia aceptada
en sus orígenes en el siglo XVI, que movió a los menonitas (seguidores de la fe
propuesta por Menno Simons) a emigrar a Prusia y más tarde a Rusia. Iniciada la
revolución bolchevique, que prohibía la libertad de culto y la propiedad
privada, se ven en la necesidad de emigrar de nuevo.  En la búsqueda de una nueva patria, algunos
se instalan en Canadá, otros en Brasil  una
parte elige Paraguay a donde llegan tras un viaje, que en algunos casos los
hace ir de Rusia a  China y desde allí
atravesando Asia y el canal de Suez, llegar a Francia. Cruzando este último
país en ferrocarril para embarcar en Le Havre con destino en Buenos Aires,
desde donde les espera un durísimo viaje en barco por el río Paraguay, seguido
de un nuevo recorrido en ferrocarril y en carretas de bueyes. Una ley especial
les garantizaba libertad de culto y de uso del idioma alemán y la exoneración
del servicio militar al ser objetores del uso de armas, la violencia y de la
prestación de juramento. En contrapartida Paraguay esperaba el desarrollo del,
hasta ese momento poco o nada poblado, Chaco, salvo por comunidades indígenas
muy desconocidas que, pasado el tiempo, entran en una relación amistosa con los
menonitas.
Hoy Fernheim es una comunidad de 4.230 menonitas de las 15.000  personas de ascendencia alemana asentados en
las varias colonias de los cuales el 90% tiene ciudadanía paraguaya.
De nuevo en marcha, hicimos una escala en una estancia regentada por una
familia suiza en donde lavamos la ropa, cargamos agua y nos relajamos en la
piscina antes de cenar un delicioso chancho asado al que fuimos invitados por
los propietarios.
Con todo aprovisionado (combustible, agua, víveres, etc.) y con la
información meteorológica favorable tomamos la ruta sin asfaltar que atraviesa
el chaco y que no es transitable en caso de lluvia a causa del tipo de tierra
que al mojarse es impresionantemente deslizante.
Hicimos alto poco antes de que oscureciera en un rincón de la pista,
poniendo todas las precauciones para el caso de lluvia, eligiendo incluso un
lugar en el que había un gran árbol (un quebracho blanco) al otro lado de la
carreta al que fijar el cabrestante si al salir hubiera algún problema, pues, a
pesar del pronóstico, escuchamos algunos truenos. No llovió y muy temprano por
la mañana retomamos el camino.
Pocos kilómetros después un camión cisterna que debía salir del camino para
entregar combustible en una de las haciendas, no podía hacerlo a causa del
barrizal que había en la entrada, por lo que otros tres camiones estaban
parados detrás de él al resultar muy peligroso rebasarlo ante el riesgo de
resbalar a la cuneta. No obstante, todos los conductores arrimaron sus camiones
todo lo posible al lado derecho y nosotros con la tracción 4×4 y bastante miedo
conseguimos rebasarlos para continuar nuestro camino.
Poco después de comer llegamos al destacamento militar (llamado 4 de Mayo) que
custodia  el cruce hacia el Parque
Nacional Defensores del Chaco, en donde constatamos que ninguno de los dos
grandes objetivos que nos habían llevado a cruzar el Chaco, se iba a poder
cumplir.
Aunque no había impedimento administrativo para cruzar la frontera con
Bolivia, la falta de información que teníamos sobre el lado boliviano junto al
comentario del sargento al mando del destacamento de que nunca se había visto
pasar un camión por allí nos hizo desistir de hacer los últimos cien
kilómetros.
El otro objetivo, era la visita del parque y lo que explicamos a
continuación raya lo surrealista.
Hace cinco meses un austriaco con un camión similar al nuestro llegó al
mirador de Cerro León y aparcó el vehículo para hacer una visita y, a día de
hoy, no se ha vuelto a saber de él. Las especulaciones sobre lo que pudo
suceder son muy variadas, aunque van desde lo realmente surrealista como es la
teórica existencia de una tribu, los Ayoreo, que es abiertamente belicosa,
hasta la más aceptada que es el ataque de uno de los muy abundantes jaguares,
pumas y serpientes peligrosas que pueblan el parque.
Hay que sumar a esto, el hecho de que en la casa del guarda no hay nadie y,
a la vista de lo comentado, alejarse del camión por poco que fuera, era una
imprudencia.
Ante todo lo comentado a  lo que hay
que añadir un cambio en el parte meteorológico , con lluvias en menos de
veinticuatro horas, decidimos pasar la noche en las proximidades del cuartel
del destacamento y dar por buena nuestra vista al Chaco con el recorrido de ida
y el de vuelta por un camino diferente en parte.
Se trata de un terreno que recuerda un poco el Sahel africano y es muy
interesante. Lástima que no esté algo más acondicionado.

El calor  nos obligó a cocinar fuera a pesar del las dificultades.
Imágenes del museo de la historia mennonita en Filadelfia

                             El árbol es un Samu’u. Muy común en el Chaco

Un pecarí de collar

Atardecer en el camino a través del Chaco. La posición del camión enfrentado al árbol del otro lado de la carretera no es casual. En caso de lluvia hubiera sido necesario sacarlo atando el winch a él.

Ver el vídeo a través del Chaco paraguayo


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