Ante lo impreciso de la
información sobre las posibilidades de paso a Bolivia por cualquiera de las
fronteras del norte del Chaco, tomada ya la decisión de deshacer parte del
recorrido para alcanzar la frontera con seguridad de paso, hicimos el camino y entramos en Bolivia. Cuatro jornadas nos
llevaron a Santa Cruz, con paradas en la misma frontera, en un cuidado pueblo
de Bolivia llamado Villamontes y una agradable estancia en un lugar, que aunque
cerca de la carreta era muy salvaje y solitario, conocido como Mirador de la
Muela del Diablo en donde pudimos hacer una ascensión a pie hasta el mirador
para contemplar desde allí bonitas vistas del Chaco en su parte Boliviana.
información sobre las posibilidades de paso a Bolivia por cualquiera de las
fronteras del norte del Chaco, tomada ya la decisión de deshacer parte del
recorrido para alcanzar la frontera con seguridad de paso, hicimos el camino y entramos en Bolivia. Cuatro jornadas nos
llevaron a Santa Cruz, con paradas en la misma frontera, en un cuidado pueblo
de Bolivia llamado Villamontes y una agradable estancia en un lugar, que aunque
cerca de la carreta era muy salvaje y solitario, conocido como Mirador de la
Muela del Diablo en donde pudimos hacer una ascensión a pie hasta el mirador
para contemplar desde allí bonitas vistas del Chaco en su parte Boliviana.
En Santa Cruz, y bajo un
sol de justicia, algunos paseos por el centro de la ciudad, algunas compras y
una agradable comida en un restaurante de comida tradicional nos permitieron
pasar unos días de descanso de carretera y tener una visión de la bonita
ciudad.
sol de justicia, algunos paseos por el centro de la ciudad, algunas compras y
una agradable comida en un restaurante de comida tradicional nos permitieron
pasar unos días de descanso de carretera y tener una visión de la bonita
ciudad.
Arrancamos desde allí
hacia San Javier, la primera de las misiones jesuíticas cuyo circuito
planeábamos recorrer.
hacia San Javier, la primera de las misiones jesuíticas cuyo circuito
planeábamos recorrer.