Parque Nacional Bardiya. Un elefante carga contra nosotros: nuevo récord de velocidad.

Por fin entramos en Nepal

Desde Benarés el camino se hizo largo debido a que tuvimos que pasar por Nueva Deli para montar los nuevos neumáticos al camión. Una vez resuelto el montaje salimos con dirección a Nepal en un viaje de dos días y entramos en el país por la frontera oeste que tiene la peculiaridad de ser unidireccional, es decir, pudimos entrar, pero no podremos salir de nuevo por ella. Otra de las peculiaridades (gilipolleces, diría yo) para añadir al álbum de historias de fronteras.

 Aunque viniendo de la India parece fácil que todo parezca mejorar, la realidad es que las primeras impresiones de Nepal son buenas. Todo parece fácil: la frontera cómoda y agradable, comprar una SIM de teléfono, operación que en India costó una mañana completa, fue un trámite de un cuarto de hora, hay montones de ATM y todos funcionan bien, vemos a muchos chicos y chicas ir y venir del colegio todos perfectamente uniformados y con un comportamiento muy correcto, en fin, que sorprendentemente para nosotros, este país está socialmente mucho mejor que India, a pesar de toda su industria, tecnología, etc

Nuestro primer destino fue el Parque Nacional Bardiya en el que cabía la posibilidad de ver tigres, rinocerontes de un solo cuerno, elefantes y otra fauna interesante. Nos instalamos en un campamento muy agradable y contratamos a Khrisna como guía para hacer una visita de un día a pie por el parque. Es indudable que este sistema tiene sus riesgos, ya que los animales están lógicamente en estado natural y libres y el hecho de no contar con la protección que puede ofrecer un vehículo proporciona a la aventura un plus de interés.

Muy temprano comenzamos a caminar por senderos que alternaban zonas boscosas con vegetación de jungla tropical, cauces de ríos que en esta época están con poca agua, pero con la suficiente para ser el bebedero de los animales y una especie de sabana con hierba altísima que al menos a mi era la que más recelo me causaba al ofrecer un camuflaje perfecto para un ataque. Fue transcurriendo la mañana con avistamiento de aves, serpientes y gran cantidad de ciervos, antílopes y similares, pero sin tropiezos importantes ni en cuanto a seguridad ni a avistamientos.

Los guías están comunicados entre sí, de forma qué si uno encuentra algo, rápidamente avisa a los otros a fin de comunicar la posición del posible avistamiento. De esta forma a media mañana, Khrisna recibe una llamada y nos toca salir a la carrera un par de kilómetros hasta un lugar en donde ya se habían reunido varios grupos y sus guías (un guía no puede acompañar a más de 3 personas) y desde allí, a una distancia que permitía ver, aunque no disfrutar suficientemente, pudimos ver un tigre dándose un baño en el río. Aun con el inconveniente de la distancia, fue un momento muy emocionante poder ver un tigre libre y salvaje situado en el mismo plano en el que estas tú y sin barreras que le impidieran acercarse.

En el precio del tour estaba incluido un almuerzo que hicimos encaramados a una de las varias torres de vigilancia y observación que hay repartidas por el parque.

Tras el almuerzo un nuevo aviso, esta vez frustrado y comenzamos el retorno que nos iba a deparar la anécdota del día. Digo anécdota, aunque más bien habría que decir susto.

Caminábamos por una senda del ancho de un coche limitada a ambos lados por una auténtica pared vegetal casi infranqueable cuando al fondo de la misma, a unos 60 metros, un elefante inmenso se dedicaba a ramonear los árboles de los lados del camino. Nos detuvimos y comenzamos a disparar nuestras cámaras. El elefante comenzó a abandonar el camino internándose en el bosque y nuestro guía se acercó algo a él con el fin de hacer ruido y conseguir alejarlo un poco para poder pasar, sin embargo, parece que al animal no le sentó bien y tras volverse pisoteando árboles, arbustos y hierba, haciendo un gran estruendo entra en el camino, nos encara e inicia una carga a la carrera hacia nosotros. Creo que si los tiempos hubieran contado habríamos batido algún récord olímpico.

Afortunadamente, debió de pensar que no merecíamos la pena, frenó y tras un bufido se internó en el bosque dejándonos el camino despejado, el corazón desbocado y la ropa húmeda.

Pasamos un bonito día en el que caminamos algo más de diez kilómetros y pudimos ver alguno de los animales emblemáticos de la zona, alguno un poco lejos y otro demasiado cerca.

Video de a caminata por el Parque

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