La peregrinación para llegar a Kuwait

Historia de tres semanas para olvidar

Seguramente Colón no sintió tanto alivio cuando avistó la costa americana como nosotros cuando entramos en Kuwait.

Pero empecemos por el principio:

 Ante la imposibilidad de pasar de Irak a Irak (no, no me he equivocado por increíble que parezca) decidimos retornar a Turquía e intentarlo a través de Irán a pesar de que la situación del país no lo hace ni mucho menos agradable, en una travesía lo más rápida posible y tristemente sin visitas. Alá y su profeta pueden estar tranquilos, no vamos a corromper a tan piadosas gentes con las indeseables malas costumbres occidentales.

Pero vamos por partes, porque la historia no tiene desperdicio.

Arrancamos de Erbil para salir de Irak por la misma frontera por la que entramos y llegados a ésta, volvimos a intentar conseguir el visado para la parte no Kurda de Irak que, según la información obtenida en su embajada de Ankara, tenían obligación de proporcionarnos. Revolvimos tanto que al final nos recibió el mandamás del puesto fronterizo el cual, con la mejor de las voluntades no pudo sino ponerse colorado ante la incongruencia que le presentábamos. Eso sí, en un país sucio, bastante inculto y pobre, el despacho del elemento era como del cuento de las Mil y una noches.

Terminada la salida de Irak (Kurdistán o lo que coño sea eso) comenzamos los trámites de entrada en Turquía y llegó la gran decepción. Hasta el momento, Turquía había sido “burocráticamente aceptable”, pero los trámites de entrada en esta aduana llegaron a tal situación que decidimos bloquearla con los cuatro camiones hasta que nos dieran una solución a un problema que nunca llegamos a saber cual era. Os podéis imaginar la situación: los cuatro puestos de paso bloqueados por los camiones, la policía histérica, amenazas nuestras con llamar a nuestras embajadas y de ellos con alguna terrible consecuencia (como hablaban turco no supimos que nos deparaba el futuro), hasta que alguien, un poco más inteligente, decidió tomar una decisión conciliadora y desatascar la situación. ¡Ah!, pero se tomaron la venganza: los cuatro camiones tenían que pasar por el escáner, lo que más que un problema es un latazo. Una señora policía nos precedía con un coche para conducirnos a la zona de los camiones comerciales donde está el aparato de rayos x. Pasó una puerta, detrás fue uno de los camiones italianos y tanto Magy y yo como los amigos alemanes vimos la oportunidad de escapar y en lugar de pasar por la puerta nos dirigimos rápidamente hacia el control de salida de la aduana para pasarlo antes de que les llegara el aviso. Y así, sin más, les entregamos el boleto de salida, nos desearon feliz viaje y se quedaron con tres palmos de narices.

Así acaba la primera estación del Vía Crucis.

Desde allí teníamos que volver a pasar por el lago Van y continuar otros ciento ochenta kilómetros hasta Dogubayazit en donde está el paso fronterizo con Irán.

La primera parte del recorrido es por una carretera de montaña en la que experimentamos algo nuevo: empezó a llover y en la primera curva con el suelo mojado notamos que el camión empieza a deslizar lateralmente con las cuatro ruedas. Paramos rápidamente porque todos habíamos sentido lo mismo y efectivamente, el asfalto deslizaba de tal manera que, incluso a pie, era peligroso. La carretera presentaba fuertes pendientes y tuvimos que hacer los descensos con la reductora y rodando a diez kilómetros por hora ya que, en el momento en que pisábamos el freno, por muy suavemente que se hiciera, las ruedas resbalaban.

Decidimos parar a comer y esperar que dejara de llover y se secara un poco y, afortunadamente un par de horas después pudimos continuar sin tantos problemas.

Veinticuatro horas después estábamos en Dogubayazit, la última ciudad antes de la frontera que tiene dos puntos de interés: el bonito palacio de Ishak Pacha y el magnífico monte Ararat a cuyos pies está la población. Nos tomamos un día de descanso para hacer la visita del palacio y algunas compras y a las cinco de la madrugada salimos para recorrer los treinta kilómetros hasta la frontera.

Un pequeño inciso par comentar que Irán exige para transitar con un vehículo extranjero, la presentación de un documento internacional llamado “Carnet de Passage en Douane” cuyo objeto es garantizar que no se venda el vehículo dentro del país. Se trata de un documento obsoleto (vigente desde hace alrededor de 100 años) que en algunos países es obligatorio. Nosotros supimos que era posible entrar sin ese documento, y dado que obtenerlo en España es una tarea engorrosa, decidimos prescindir de él.

No iba a ser la entrada en Irán y la ausencia del carnet nuestro problema, sino de nuevo la aduana turca. Sabíamos que el tiempo de estancia en Turquía se nos estaba acabando, pero como habíamos salido y vuelto a entrar, supusimos equivocadamente que el tiempo que estuvimos fuera había que descontarlo, sin embargo no era así y cuando fuimos a salir nos habíamos pasado 2 días de la fecha. No podemos describir lo que esto originó. Todo el asunto se resolvería pagando una multa por las personas y por el camión, pero preparar los documentos para hacer el pago costó visitar siete despachos y seis horas. Los funcionarios no sabían hacerlo, los ordenadores no funcionaban, no había conexión a internet, el jefe no había llegado…

Cuando por fin se abrió la verja y salimos de Turquía eran las 13h 30 minutos y estábamos en la frontera desde las 6 de la mañana.

Los trámites de Irán, asistidos por alguien a quien habíamos contratado para sortear la presentación del dichoso carnet, se cumplieron en un par de horas y sobre las 4 de la tarde la indeseable corrupción occidental entraba en Irán, Magy con velo y la bodega de vino bien llenita.  ¿Qué se jo…”

Ahora teníamos por delante 1500 Km de carreteras iraníes no terribles en cuanto a infraestructura, pero absolutamente intransitables por los conductores (por llamarles algo, porque más les cuadra el calificativo de suicidas y asesinos en potencia).

Cinco días, durante los cuales únicamente nos permitimos una rápida visita a las ruinas de Choga Zanbil, un enclave de la Lista del Patrimonio de la Unesco realmente interesante que estaba en nuestra ruta.

Y así llegamos a la frontera entre Irán e Irak, donde la odisea iba a retornar con toda intensidad.

La salida de Irán fue pesada por lo largo de la burocracia, pero no presentó problemas, sin embargo, nada más entrar en Irák nos enteramos que tanto en ese país como en Kuwait, a donde nos dirigíamos, era también obligatorio el ya famoso Carnet de Passage.

A Magy y a mí se nos planteaba un problema particularmente grave si no podíamos pasar a Kuwait ya que no nos era posible retornar a través de Irak ni de Irán precisamente por la falta de ese documento, y lo que era aún peor, aunque alguno de los dos países hubiera accedido a darnos la posibilidad de un tránsito, en teoría no podíamos volver a entrar en Turquía hasta dentro de seis meses. No teníamos vía de escape y por lo tanto se nos planteaba un panorama bastante negro.

Tras algunas negociaciones, Irak accede a permitir el tránsito de los 80 km que separan las dos fronteras a condición de que ¡nos escolte la policía!

No teníamos otra elección, por lo que comenzaron los trámites. Para no extenderme demasiado comentaré que entrábamos en la frontera a las 6h 30 de la mañana y salíamos de ella a las 22h 15.

A la mañana siguiente el policía encargado de evitar nuestra fuga se presentó puntualmente y tras su coche hicimos el recorrido sin perdernos de vista hasta que desaparecimos a la entrada de Kuwait.

Vuelta a la negociación por el dichoso Carnet de Passage. Tras algunas vacilaciones el oficial nos comenta que nos permitirían pasar con una estancia de 30 días a condición de que llamemos a nuestra embajada y desde allí les confirmen que les parece bien. ¿Alguien podría explicarme esto? ¿Cuál podría ser la razón por la que la embajada de España les dijera que no nos dejaran pasar? En fin, llamamos, les explicamos la situación y, tan perplejos como nosotros, nos pasaron con una funcionaria de la embajada que hablaba árabe. Ella habló con el oficial kuwaití (muy simpático por otra parte) y, como no podía ser de otra forma le dijo que España no tenía ningún inconveniente en que Magy y yo entráramos en Kuwait, y ¡aquí estamos!

Ahora, aunque quedan algunos países en los que teóricamente piden el Carnet, tenemos siempre alguna vía de escape.

Estamos en Kuwait, al lado del mar, pasando unas tranquilas jornadas de relajación porque han sido tres semanas de auténtica pesadilla.

El país es bastante caro, pero todo queda compensado con el precio del combustible: unos 0,30€/litro.

ChogA ZAMBIL

Imágenes de Choga Zanbil, nuestra única visita en Irán, realmente un pobre bagaje para la que es la cuna de la civilización, pero sus actuales dirigentes se han olvidado del significado de esa palabra.

Fue fundada alrededor de 1250 a.c. como centro religioso del Imperio Elamita

KUWAIT

Vistas de Kuwait City. Rascacielos y edificios espectaculares y un urbanismo deplorable que jamás tiene en cuenta al peatón.. Lo mejor: la flota pesquera y el Fish Market y la hospitalidad de los kuwaitíes.

Ya estábamos en Kuwait y había que celebrarlo. Los componentes italianos de la expedición propusieron una velada de pizza y con su genial horno, Michael preparó diez o doce pizzas diferentes de las que dimos buena cuenta. Además de que estaban deliciosas, el ambiente de la cena fue fantástico.

En la foto, de izquierda a derecha: Raimondo (I), Magy (Ecu/E), un servidor (E), Tino (D), Steffi (D), Michael (el artista italiano de las pizzas), Bianca (D) y Christian (D)

Un comentario de “La peregrinación para llegar a Kuwait

  1. Carmen dice:

    Lo que habéis hecho es como salir sin pasaporte, y nada engorroso si se hace en España.
    Nosotros fuimos en rl 2015 y mis amigos están en estos momentos, sin problemas y eso que no van con más gente.
    Respetar a los países pir donde pasamos, por muy caótico que nos parezca, es de primero de un turista

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